Aquello del “triste es pedir, pero más triste es robar” ya no suena como dios manda. Se puede robar, pero lo importante es que los hurtos se lleven a cabo en grandes superficies para no afectar a la economía del pequeño comerciante. O, al menos, así lo explica Tim Jones, párroco de la iglesia anglicana en el condado de York.
Según el diario británico The Independent, el religioso aclara a sus feligreses que “el amor de Dios por los pobres y despreciados es superior al derecho de propiedad de los ricos”, por lo que tener la manita un poco larga no será pecado si es por causas justificadas y siguiendo el protocolo.
Él lo tiene claro: Si hay que robar, se roba. Pero con principios. Que se puede ser mangui pero honrado y no por ello contradecir las enseñanzas del octavo mandamiento de la Biblia, ya que, y siguiendo sus palabras, “el hurto es mejor que prostituirse o recurrir a la violencia”.
Desde que aportó su particular opinión sobre el robo y la pobreza el pasado 22 de diciembre, el padre Jones se ha convertido en el Karl Marx de la iglesia anglicana. Eso sí, en su mensaje navideño solicitó moderación en el mal hábito de apropiarse de lo ajeno y pidió que en caso de tener que hacerlo, se robara únicamente lo estrictamente necesario.