domingo, 5 de septiembre de 2010

GOODBYE BICHO

Me gusta la música en todas sus variedades y, aunque no soy una entendida del flamenco (qué más quisiera), reconozco que se me ponen los pelos de punta cada vez que veo un espectáculo en vivo, tanto de cante como de baile. La intensidad contenida, la voz desgarrada y la elegancia de los movimientos hacen de este arte algo más que eso. Hacen magia. La atmósfera que se crea en una actuación de flamenco es energía en estado puro capaz de transmitir sensaciones muy diversas que, a menudo, terminan en catarsis. Al menos a mí me sucede eso. 

Este viernes me ocurrió algo parecido en el concierto de El Bicho, al que entré sin saber muy bien qué me iba a encontrar y salí encantada de no habérmelo perdido. Sin duda, disfruté durante casi tres horas de un flamenco fusión en el que cabía todo, desde bulería o rumba hasta jazz, sonidos africanos o copla.

Acostumbrada a ir a todos los conciertos que el tiempo y el bolsillo me permiten, y a conocer al menos la mitad del repertorio de las actuaciones, me sentía un tanto extraña en aquel recinto lleno fans con las cuerdas vocales preparadas para la ocasión. Yo era simplemente una aficionada. Había escuchado apenas dos discos (de los cuales sólo tenía uno) y de memoria era capaz de cantar dos o tres temas. Vamos, que no tenía ni idea. Yo iba allí para disfrutar del espectáculo, contagiarme del ambiente y aprovechar la última oportunidad para ver al grupo sobre el escenario antes de su disolución. Y mereció la pena.
El cantante, un showman encantadísimo de conocerse, calentó el escenario con bailes con un cierto toque derviche, acrobacias y una voz cálida que cautivaba desde el primer momento. Pero, sin duda, lo que más me fascinó fue la música. Para quitarse el sombrero, de verdad. En varias ocasiones solaparon la base sonora de dos canciones diferentes y de ritmos dispares con un resultado de sobresaliente. Por no hablar de su reinterpretación de Carmina Burana con ecos flamencos. Consiguieron que el Palacio de Deportes enmudeciera desde las gradas a las primeras filas. Y, como un último concierto no se da todos los días, no faltaron los artistas invitados. Entre ellos, una bailaora de flamenco y La Shica, otro gran descubrimiento, que regaló una versión de La Bien Pagá que quitaba el sentido. Al menos, a esta servidora que adora el folclore y la canción tradicional. Al final una noche que comenzaba con ciertas dudas terminó cargada de sorpresas, buena música y mejor ambiente. ¿Se puede pedir más?



6 comentarios:

  1. El flamenco es un estilo en el que hace tiempo que siento curiosidad por meterme

    y olé!

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  2. No hay nada como la música en vivo. Yo también procuro ir conociendo los temas para poder cantar, pero bueno, si no se puede no se puede. :P

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  3. He visto al Bicho en numerosas ocasiones. Excepto en una (que el cantante estaba excesivamente frío), el resto fueron conciertazos de lujo.

    Dicen que es una parada, no una separación. Espero volevr a disfrutar otro concierto.

    Besicos "de la ciuda"

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  4. Yo también disfruté mucho el sábado en un concierto.
    Foundation reggae festival. Muy guapo.
    La música en directo, si suena bien, es un buen bálsamo para el espíritu

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  5. LA MUSICA EN VIVO ES LO MEJOR.

    YA LO DIJO NETSZCHE "SIN MÚSICA, LA VIDA TENDRIA SENTIDO"

    TE MANDO UN FUERTE ABRAZO DESDE ALGÚN RÍTMICO LUGAR DE MÉXICO

    "LA VIDA ES UN GRAN CIRCO, PERO SIN ESPECTADORES"

    TE SIGOOOOO......

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  6. Siempre se aprende.
    Al otro lado de la frontera se oyen las notas en fa mayor.

    Abrazos redondos,

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