sábado, 17 de diciembre de 2011

CAFÉ ENTRE COSTURAS

¿Os imagináis un cibercafé en el que los ordenadores se sustituyen por máquinas de coser? Pues ya es una realidad. Se llama Teté Café Costura  y lo podéis encontrar en pleno Barrio de las Letras de Madrid. 



El negocio de Teté, una zaragozana encantadora que dejó su puesto de estilista en la televisión para convertirse en empresaria, es una representación del  “Do it yourself”  que ahora está tan de moda. Vamos que sirve para un roto y para un descosido. Y nunca mejor dicho.


¿Que salimos de paseo y se nos descose el bajo del pantalón?  Basta  con acercarnos a la calle San Pedro 7 y solicitar una hora de máquina. Por siete euros tenemos el arreglito hecho y además nos invitan a café, zumo o té con pastas. ¿Se puede pedir más? Solo falta el sofá para sentirse como en casa, ¿verdad? Pues también lo tenéis. Y os puedo asegurar que es un sitio ideal para intercambiar ideas sobre cómo customizar vuestras prendas. Porque si pensáis que coser es cosa de abuelas, estáis muy equivocados.



Llevar las prendas a arreglar ya no está de moda. Ahora lo más trendy es dar forma a nuestra ropa con nuestras manitas y una buena máquina de coser de las de toda la vida.  
Y si no sabéis coser, no pasa nada porque allí mismo podéis aprender. El centro también ofrece talleres específicos de ganchillo, bordado, diseño de tocados o patronaje de muñecos de fieltro.  Hay de todo, incluso clases especiales para niños.


Pero si sois más de comprar la ropa hecha, también podréis haceros con estupendos modelos de jóvenes diseñadores que Teté selecciona cuidadosamente valiéndose de su amplia experiencia como estilista. Allí encontraréis un showroom de nuevas promesas y también un estupendo rincón de artículos vintage que os harán retroceder en el tiempo y desear tener una tarjeta sin fondos para llevaros todo a casa. (Por cierto, el vestido rojo de la foto ya está en mi armario).

jueves, 4 de agosto de 2011

CONTACTO MATINAL

El hombre salió de la cocina bostezando. Una pila de platos lo acechaban todavía desde el fregadero, pero eso podía esperar. Lentamente, subió las escaleras. Ajustándose la toalla que llevaba atada a la cintura entró en la habitación. A través de la ventana, el sol iluminaba la estancia. Recorrió con la mirada todo el espacio buscándola. Ella estaba allí, apoyada en la mesa.
Aquella silueta ocupaba sus pensamientos desde hacía días. Dulcemente le sonrió. Poco a poco se fue acercando, con calma…como saboreando los momentos que vendrían a continuación.
-¡Qué ganas tengo de fundirme contigo!- le susurró. Sus manos la tocaban, pausadas, en una especie de caricia interminable. Comenzó a recorrer cada uno de los extremos de su anatomía, como tratando de reconocer aquello que le había pertenecido tantas veces.
Sin mirar, distribuyó sus dedos en posiciones diferentes, sintiendo su tacto. La suavidad le indicaba que nada había cambiado desde la noche anterior. Tras tomar aire, en un breve momento de placer, presionó sus dedos y comenzó a escribir en aquella Olivetti lettera 42 del año 85.


sábado, 23 de julio de 2011

LEYENDAS URBANAS



Vivimos en una era en la que las leyendas urbanas se convierten en noticia un día sí y otro también. Todo el mundo es amigo del primo del sobrino que vio o protagonizó algo que nunca ocurrió. Seguro que esto no os resulta extraño.

Hace un tiempo asistí a  una conferencia sobre televisión y la ponente, una mandamás del sector audiovisual,  habló de los audímetros. Sí, ya sabéis: esos aparatitos instalados de manera arbitraria en algunos hogares españoles que se encargan de medir las audiencias. La propia conferenciante nos confesaba que en el fondo dudaba de su existencia, dado que, trabajando en el medio, nunca los había visto.

Yo os propongo otra leyenda urbana: LUXEMBURGO. ¿Quién ha conocido a alguien de Luxemburgo o ha visto a algún político de allí en televisión? ¿Podéis decirme -sin consultar internet- el nombre de algún grupo musical o de alguna película de origen luxemburgués? Seguro que hemos hecho viajes en los que pasábamos por Luxemburgo, pero ¿alguna vez hemos parado allí? ¿Cómo podemos asegurar que no fue un invento de RENFE para cobrarnos más kilometraje?

Mi compañero Javier me habla de la gran Duquesa de Luxemburgo María Teresa Mestre, pero en su borrachera nobiliaria, se olvida de que esta señora es cubana. El nombre no engaña. No me sirve, pues, como representante de este país.

Todas estas razones me llevan a pensar que Luxemburgo es un invento de Bélgica y Holanda, que a su poco glamoroso  "Be-Ne" le añadieron "Lux" para darle caché al nombre. 
Señores... el Principado de Andorra es pequeño y todos lo conocemos. Por sus balnearios o porque los Sánchez Vicario fijaban su residencia allí para no pagar impuestos. Me da igual, lo conocemos. Y lo mismo ocurre con Teruel.
No os engañéis. Luxemburgo es sólo un producto de marketing, una leyenda urbana más como la del perrito y la mermelada de "Sorpresa, sorpresa".

viernes, 17 de junio de 2011

HOY EMPIEZA TODO

Un día más en la sala de espera. Es la misma de ayer, y de la semana pasada. La misma de hace una década. Sin embargo, no tengo la sensación de encontrarme en el lugar de siempre.
Ellos vienen y van. Y cada día presentan caras distintas con el mismo discurso, pero para mí son todos iguales. Tan sólo puntos que toman forma y luego se desvanecen mientras que yo…yo espero mi tren.
Ya lo oigo. Se está acercando. Escuchad vosotros también.

Llevo medio siglo trabajando como ferroviario y he visto partir y regresar a mucha gente.
Hoy cumplo 65 años. Hoy me toca a mí.
Me voy en busca de mi próxima estación. Que nadie me espere. Tengo cosas que hacer.

Hasta siempre.


domingo, 14 de noviembre de 2010

MADERA PARA UN BAÑO

Cuando Vicente me habló de Maderita yo pensé que era otro de los artistas de medio pelo al que había dedicado uno de sus Water Tapes, más por amistad que por convencimiento.
Por eso, me sorprendió encontrar una crítica de su nuevo disco en Ladinamo, una publicación gratuita de cultura y arte que, por cierto, recomiendo encarecidamente. En esta revista la reseña de Maderita ocupaba exactamente el mismo espacio que la de artistas consagrados de la talla de Beck. Y, además, se hacía hincapié en la gran calidad de sus composiciones. Toda una sorpresa para mí. Como también lo fue descubrir que quien se encarga de su distribución en el mercado es El Volcán, la discográfica de Zeta, un grupo de comunicación hacia el que siento especial cariño.
No tardé en buscar en internet el Water Tape que le dedicó Vicente. 
Los Water Tapes, como su nombre indica, son grabaciones de grupos en su cuarto de baño. Cantando, claro. La idea puede parecer un tanto bizarra, pero yo la encuentro muy original. Es la manera de unir la acividad más pública de un intérprete -su actuación en directo ante un público- con la más privada. De esta forma, personaje y persona se difuminan en el único lugar en el que esto es completamente posible: el retrete.  Una fusión fantástica que dota a este espacio tan prosaico de connotaciones artísticas.
No digo más. Ahí queda el vídeo para quien lo quiera ver.  
 


lunes, 13 de septiembre de 2010

DEL SILENCIO



                                          SILENCIO


1. m. Abstención de hablar (Del lat. silentIum).


Escribir es una manera de hablar y si se trata de silencio, este folio debería estar en blanco. Pero el silencio habla. Más que una abstención de hablar es otra manera de decir. Es como los puntos suspensivos, nunca son gratuitos. No es lo mismo afirmar: “Éste es un hijo de mi vecina de arriba”, que “éste es un hijo de...”. Los suspensivos, pues, cuentan. Y mucho.

El silencio es la supresión de unidad sonora, pero no conceptual. Hay silencios que otorgan y que hablan. Silencios previos y posteriores. Indulgentes o autoritarios. Existen confesiones silenciosas y silenciosos gritos. También silencios que cuestan y silencios que se regalan. Hay silencios cómplices que levantan ciudades, que hacen volar, que van más allá del propio silencio...

domingo, 5 de septiembre de 2010

GOODBYE BICHO

Me gusta la música en todas sus variedades y, aunque no soy una entendida del flamenco (qué más quisiera), reconozco que se me ponen los pelos de punta cada vez que veo un espectáculo en vivo, tanto de cante como de baile. La intensidad contenida, la voz desgarrada y la elegancia de los movimientos hacen de este arte algo más que eso. Hacen magia. La atmósfera que se crea en una actuación de flamenco es energía en estado puro capaz de transmitir sensaciones muy diversas que, a menudo, terminan en catarsis. Al menos a mí me sucede eso. 

Este viernes me ocurrió algo parecido en el concierto de El Bicho, al que entré sin saber muy bien qué me iba a encontrar y salí encantada de no habérmelo perdido. Sin duda, disfruté durante casi tres horas de un flamenco fusión en el que cabía todo, desde bulería o rumba hasta jazz, sonidos africanos o copla.

Acostumbrada a ir a todos los conciertos que el tiempo y el bolsillo me permiten, y a conocer al menos la mitad del repertorio de las actuaciones, me sentía un tanto extraña en aquel recinto lleno fans con las cuerdas vocales preparadas para la ocasión. Yo era simplemente una aficionada. Había escuchado apenas dos discos (de los cuales sólo tenía uno) y de memoria era capaz de cantar dos o tres temas. Vamos, que no tenía ni idea. Yo iba allí para disfrutar del espectáculo, contagiarme del ambiente y aprovechar la última oportunidad para ver al grupo sobre el escenario antes de su disolución. Y mereció la pena.
El cantante, un showman encantadísimo de conocerse, calentó el escenario con bailes con un cierto toque derviche, acrobacias y una voz cálida que cautivaba desde el primer momento. Pero, sin duda, lo que más me fascinó fue la música. Para quitarse el sombrero, de verdad. En varias ocasiones solaparon la base sonora de dos canciones diferentes y de ritmos dispares con un resultado de sobresaliente. Por no hablar de su reinterpretación de Carmina Burana con ecos flamencos. Consiguieron que el Palacio de Deportes enmudeciera desde las gradas a las primeras filas. Y, como un último concierto no se da todos los días, no faltaron los artistas invitados. Entre ellos, una bailaora de flamenco y La Shica, otro gran descubrimiento, que regaló una versión de La Bien Pagá que quitaba el sentido. Al menos, a esta servidora que adora el folclore y la canción tradicional. Al final una noche que comenzaba con ciertas dudas terminó cargada de sorpresas, buena música y mejor ambiente. ¿Se puede pedir más?